jueves, 28 de abril de 2011

Al estilo de la vieja escuela.



Hace unos ayeres tuve la oportunidad de hacer una portada para un libro de leyendas mexicanas. Antes de ese trabajo, muchas de mis ilustraciones habían sido para libros escolares, lo que implicaba que no podía aplicar demasiada creatividad en ellas, pues había que apegarme a una descripción de la imagen dictada por la editora y en ocasiones también a un estilo ya existente. Para este trabajo tenía las puertas abiertas para hacer lo que quisiera como quisiera. Después de recibir respuesta por parte de la editorial informándome cual era el "boceto ganador", pensé que, aprovechando esa libertad que me daban, esta podría ser la oportunidad de trabajar a la vieja uzansa, de sacar los pinceles y los acrílicos y que mis manitas plasmaran mi alucín sobre un soporte físico. Había estado tan acostumbrado a trabajar con pixeles y vectores que tuve que repetir la imagen dos veces, y como buen intento de artista, los brochazos de la segunda versión cubren los de la primera.
En ese momento me gustó el resultado final, en parte por saber que nada en ella era virtual. Todo era artesanal como en mis tiempos de estudiante. En estos momentos veo que tiene errores, como el tamaño tan pequeño de las manos. Quizá, como el buen José Quintero, un día debería dedicarme a rehacer estas imagenes corrigiendo estos detallitos.